Paradisu Inferus
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El primer ser en el universo fue Kai'ah originado por la acumulación de polvo de estrellas y magia poderosa. Su alma estaba predeterminada a ser el gran diseñador del universo dando inicio a esto con pequeñas creaciones, al notar que estos seres flotaban sin un fin aparente decidió hacer algo en mayor escala dando como diseño el primer mundo conocido en la actualidad como Limbus. En el habitaron los primeras especies de flora y fauna, los cuales vivían en una perfecta armonía, sin embargo Kai'ah sabía muy en el fondo que sus poderes no se limitaban tan solo a animales y flores. Mientras miraba su reflejo en el agua sintió la necesidad de tener a alguien como él... Sigue aquí
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Mensaje por Tsukihime Jue Mayo 15, 2014 9:39 am

Holgazanear en su cama es lo que mejor sabía hacer, talvez debía implementar una nueva profesión en su reino respecto a eso, estaba segura que era la mejor en ese sentido...

Aquel día era como cualquier otro, por el momento no tenía nada importante que hacer, a menos que vinieran sus lacayos a informar de alguna que otra cosa referente a su pueblo, sin embargo y mientras eso no pasara, se iba a quedar en cama, flojeando como todas las mañanas. Mostrándo una sonrisa coqueta en sus finos y rosas labios, se frotaría los ojos, sin abandonar en ningún momento su postura succubu aún cuando se encontraba sola en su habitación. Tras realizar esa acción, serían sus extremidades las que se estirarían bajo las finas sábanas de seda en las que reposaba, liberando la tensión que tenía en aquellas zonas de su cuerpo por las constantes posturas que había tenido que adoptar por la noche a causa de sus alas en la espalda, las que a veces solían incomodar. Si aquellas no sirvieran para nada, tomaría la decisión de extirparlas de su cuerpo, sin embargo aquellas mostraban su linaje real, además de que le servían para dar recorridos por los aires de Inferus lo cual ya era una actividad que realizaba con regularidad. Un pequeño bufido se escucharía salir de sus labios, tal como si fuera una niña pequeña la que allí se encontraba, mientras su cuerpo adoptaba una nueva posición la que era 'atravesada' en la cama, sin dejar de estar boca arriba, para poder observar el techo de su habitación 'secreta'. Sí, secreta, ya que solo eran unos muy pocos sirvientes los que sabian donde en verdad dormía, siendo el principal, claramente, Samael. Su padre, cuando estaba con vida, le había dicho desde pequeña que cada cierto tiempo tenía que cambiar de habitación y de torre en la que se quedaba del castillo, con el fin de resguardar su vida ante los ataques que pudiera recibir de sus enemigos. Aún cuando su padre ya no estaba con ella, seguía teniendo ese consejo en su cabeza, ordenandole a su fiel sirviente que le tuviera la próxima habitación lista cada ciertas semanas, cambiándose así entre la negrura de la noche para evitar que los enemigos se enterasen...

Un suspiro fue el que esta vez se escuchó en la soledad del cuarto, sentía que faltaba una presencia en ese lugar, sin embargo ella no iba a ser quien llamara por quien debía estar ahí y que aún no se encontraba. No, nunca había sentido un apego hacia otro ser y sin dudas su corazón estaba seco de alguna emoción que no fuera satisfacer su sed de almas varoniles, aún así no podía dejar de sentir aquella terrible soledad que la embargaba cuando su protector faltaba, no era algo que pudiese controlar. Desde que era pequeña que aquel sujeto la acompañaba, había sido 'dado' a ella para que la cuidase y sin importar que tanto le hubiera desagradado al principio la idea, al final se hubo de acostumbrar a la situación, haciendosele casi indispensable el tenerlo las 24 horas del día con ella. Sin dudas aquello solo se acrecentó con el tiempo, incluso más luego de haberse alimentado de él, de solo aquella forma que las succubus sabían... no, no podía olvidar la satisfacción de ese día, lo satisfecha que se sentía luego del acto, incluso cuando ella misma había servido de alimento para él. Desde ese día que ya no podía ser de otro, solo era de él, porque había sido aquel el que la había llenado de aquella manera, que había quedado tan completa como para sentir que había sido repleta por todo un año y a la vez que necesitaba de aún más. No podía decir que eso fuese algún tipo de sentimiento más que una obsesión, por ahora estaba tranquila aceptando ese diagnóstico, mas con el tiempo solo sentía que eso crecía y que no sabía como catalogarlo... mejor solo dejaba que las cosas siguieran como ahora, tenía que estar tranquila.

Un gruñido, dos gruñidos, tres gruñidos... y es que no podía controlar la dirección en las que se iban sus pensamientos. Sin poder evitarlo nuevamente se encontraba con él en la mente, ahora de la forma en memorias que tenían que ver con él, tal como aquella vez en que algunas plebeyas habían visto con ojos deseosos a quien era SU hombre, la rabia iracúnda que sentía en ese momento no podía ser aplacada. Ese día no dudó en mandar a algunos de su guardia a buscar a las mujeres que se habían atrevido a mirar su pertenencia, no le importaba ni le interesaba que Samael se hubiese de enterar de lo que iba a ocurrir, al fin y al cabo ella era la ama y hacía lo que se le antojase. Sus órdenes eran claras: llevarlas a los calabozos en donde se daba castigo a los opositores de la realeza, en este caso de la reina actual. Aún recordaba la sonrisa dada cuando sus hombres le habían dicho que el fin estaba cumplido, pronto iba a poder desquitarse con esas hijas de nadie y no se podía ya evitar. Sus pasos en ese momento eran fuertes y firmes, haciendo resonar el suelo con el que se estrellaban sus tacones casi como advertencia a las mujeres que visitaba, pasos que anunciaban el cruel acto que cometería, acto que en ese momento llenaría aquella parte sádica despertada por las enemigas mismas. Cuando hubo de llegar al lugar de encuentro las observó con malicia, dos chicas jóvenes de casi la misma edad aparente de ella, aún así eso no fue suficiente para que la piedad viniera a si, sólo acrecentó la sed de ver sangre derramada en el lugar, la sangre que vendría del cuerpo de esas.

Pasos lentos realizaron los pies de la aquamarina, logrando introducirse al calabozo ocupado por ambas féminas contrarias. El miedo en los ojos de ambas era el alimento que hacía crecer su sonrisa, entre divertida y demente, gozando del momento en que sería partícipe. Como primera acción, extirparía los ojos de las dos mujeres frente a ellas usando las propias uñas, pudiendo hacer uso de aquellas garras que con tanto ahínco cuidaba. Los gritos que inhundaban el lugar era música para sus oídos y, en vez de detenerla, solo hacían que continuara con el sufrimiento de aquellas que habían posado sus anteriores ojos en lo que no era suyo. Lo que hizo después solo sería nuevamente revivido en su mente, solo cabe destacar que se necesitó de un equipo de más de cinco sirvientes para poder limpiar el lugar. Unas horas después y, cuando ya hubo de quitarse aquella sangre impura que tenía encima, se juntó como era costumbre con Samael, a quien no dijo lo que había hecho y a quien no preguntó de lo posible escuchado, lo dejaría pasar como si nada.

Volviendo a la actualidad, la chica seguía gozando de la tranquila mañana vivida, volviendo a realizar la acción de estirarse para destensar todos los músculos de su cuerpo, el cual solo estaba cubierto por un camisón semitransparente que llegaba a sus muslos. Era una descarada respecto a lo que mostraba de su cuerpo, no le importaba que vieran de ella, el punto era que no permitiría que la tocaran aquellos que no deseaba. Una sonrisa se posó en su rostro, levantándose con cuidado para quedar sentada, teniendo la intención de, finalmente, ir a buscar la compañía masculina. No sabía que era exactamente lo que sentía, sin embargo lo más cercano a eso era una necesidad de tenerlo a su lado que no podía explicar. 'Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña', se dijo a si misma sin dejar de sonreír, acomodándose el camisón de forma 'casual' para dejar salir libres sus alas de la espalda, aprovechando de relajarlas de la tensión que había sentido ante las anteriores posturas en la cama. Caminando por la habitación pasaría frente a un espejo, en donde se miraría para notar su apariencia matutina. Su cabello semidesordenado le daba un aspecto más 'salvaje', al igual que el intenso color en los ojos con los que solía amanecer. Sus curvas se mostraban en todo su esplendor bajo el camisón, pudiendose dar cuenta de lo llamativa y provocativa de su figura, sintiéndose orgullosa de ese aspecto de si misma. Sin perder más tiempo se desplazaría hasta las puertas de la habitación, queriendo salir fuera para buscar a Samael sin importarle en demasía las miradas que captaba en cada corredor, teniendo como fin el preguntar por qué aquel ser no se encontraba con ella cuando hubo despertado.
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Mensaje por Samael A. von Nordrassil Vie Mayo 23, 2014 7:21 pm

El sonido de un par de alas se hizo presente en aquella torre en la que parecía postrarse, de pie. A decir verdad éstos estaban específicamente en la zona vértice de aquella misma pero a causa de sus cualidades & capacidades físicas, Samael era capaz de mantenerse allí arriba, a gusto. Aquellas emplumadas negras, característica única de su persona ciertamente, eran algo que sin duda alguna respondía bien al apodo que se le había sido otorgado con el paso del tiempo, aquél que a decir verdad no le causaba sino más que suma indiferencia. El ángel de la reina, así era como llamaban a aquél híbrido que, a decir verdad, psicológicamente hablando no tenía ningún tipo de similitud con la de las criaturas mencionadas. Como se se estuviera preparando para emprender su vuelo, Samael liberó con total tranquilidad aquellas dos características de su cuerpo que sobresalían desde la zona centro de su espalda pudiendo visualizarse cómo, con suma lentitud, algunas de aquellas negras plumas caían lentamente por aquellos amplios terrenos del castillo. Fue de su mano derecha que una especie de bruma completamente negra comenzaba a hacer aparición moviéndose de lado a lado, con calma, con sumo cuidado como si poco a poco cobrara vida. Aquella oscuridad fue la que comenzó a tomar una forma bastante curiosa, moldeándose sobre su propia mano hasta adquirir, a pesar de tener aún esa forma de humo, la figura de una rosa que más tarde terminó solidificándose en una absolutamente real. Un delicado suspiro se hizo presente sobre los delicados & finos labiales de aquél híbrido el cual poco a poco comenzó a mover su rostro en dirección al horizonte, alcanzando a clavar su mirada sobre aquél espacio en lo que observaba con suma atención como si estuviera tratando de visualizar más allá, como si buscara ser capaz de observar lo que, en aquella distancia, parecía sumamente imposible vislumbrar ─ ─ el silencio se hizo presente en aquellos lugares, apreciando sí que algunos de los sirvientes de su reina merodeaban por aquellos lugares, recorriendo los patios tanto traseros como delanteros, algo que acostumbraban a hacer día a día, cual rutina, por decirlo de alguna manera.

Inicio del flashback.

Toc, toc, toc. Los pasos eran rápidos, demasiados a decir verdad, en aquella mañana temprana. Emitió un delicado bufido en lo que era la puerta de aquella habitación la que era golpeada con los nudillos de una muchacha porque, obviamente, tanto el sonido de los pasos así como el golpe indicaban que a causa de la fuerza de las vibraciones auditivas, era dicha correspondencia. Tal hipótesis fue comprobada, de manera satisfactoria, segundos más tarde tras haber abierto la puerta de la habitación & haber atravesado aquél umbral que separaba ambos lugares. Bajo sus pies, rodeando parte de sus piernas & mostrando como si éste también fuera emanado desde cada poro de su cuerpo, siendo ésta la consecuencia de usar aquella misma habilidad suya para vestirse a fin de realizar más automático aquello. Emitió un delicado suspiro en lo que volvía su vista hacia aquella figura femenina que parecía mostrar una mirada un tanto aterradora ─ … ¿Qué es lo que ocurre? ─ inquirió el individuo mientras llevaba sus manos hasta la parte del cuello de su camisa, como si estuviera arreglando ésta a pesar de que se encontraba realmente. La mirada de aquella chica parecía asustada, como si hubiera visto al propio terror en aquellos territorios que forman parte del castillo de la familia Maedross ─ Se han oído rumores de una criatura en los alrededores del castillo, Lord von Nordrassil ─ aquellas palabras causaban un tanto de interés en el muchacho, porque a fin de cuentas aquellos rumores realmente parecían hacerse más & más constantes en lo que los días transcurrían puesto que, a fin de cuentas, desde hacía casi una semana era consciente de que algo no estaba yendo bien en aquellos terirtorios que constituían las tierras linderas del propio castillo de la familia Maedross. Esa fue la única razón por la que simplemente realizó una pequeña inclinación en modo de respeto porque, a fin de cuentas, él seguía siendo un sirviente más de la residencia, aunque el sirviente personal de la reina, cosa que era considerada de respeto por el resto del servicio que se ubicaba en aquella residencia ─ Me encargaré de echar un vistazo ─ al final, decidió inclinarse con lentitud puesto era consciente de que, entre todos los criados de la residencia, si se trataba de una criatura extraña, solo él sería capaz de darle caza.

Fin del flashback.

Nada. Aquello era lo que había encontrado tras haber recorrido absolutamente los terrenos de aquél castillo, algo que sin duda alguna causaba cierta curiosidad en el joven de cabellos oscuros. Jugueteó con la rosa que había en la palma de su mano derecha, girándola desde su tallo de manera constante en lo que decidía qué haría a continuación siendo aquello regresar al castillo. Obviamente no podía, igualmente, dejar así como así aquello porque si los rumores eran procedentes de varios días atrás, seguramente tendría que tener algún tipo de veracidad en sus palabras. Era por eso que simplemente no dejaría así como así el 'caso' que se le había otorgado, porque si aquello era cierto cabía la posibilidad de que la seguridad de la Reina Maedross, a quien servía, estuviera en peligro &, como su fiel servidor, aquello no era aceptable. Con calma, terminó por mecer una vez más aquella rosa negra que residía entre las yemas de su mano derecha, haciendo que poco a poco los pétalos de la misma comenzaran a caer con lentitud, uno a uno, hasta alcanzar el suelo en el cual se mantendrían por varios segundos. Fue luego de aquél lapso de tiempo que los pétalos terminarían convirtiéndose en nubes de humo, dispersándose como si de polvo se tratase & el cual se esparciera por el ambiente haciéndolo difícil de percibir con sentidos poco desarrollados e, incluso, también con sentidos desarrollados. Al final decidió encaminarse lentamente en dirección al castillo porque tras percatarse de horario que marcaba el reloj de bolsillo que llevaba constantemente ─ Es hora de desayunar... ─ murmuró con calma, obviamente terminando por apresurar su movilidad por aquél gran castillo aunque cruzándose con una de las sirvientas que se encargaba de llevar la bandeja de plata con los utensilios &, además, aquello que era el desayuno de su propietaria, la reina Maedross. Ya con la bandeja en su mano, el pelinegro decidió caminar directamente hasta aquella habitación en donde la joven, actualmente, dormía. Tan solo necesitaba ser capaz de atravesar aquél pasillo, bastante largo a decir verdad, antes de tener que girar a la derecha & poder vislumbrar la silueta de aquella muchacha en dirección a su posición, haciendo que su figura realizara una pequeña inclinación hacia delante, obviamente sin tirar aquello que llevaba sobre su diestra ─ Milady Maedross, aquí traigo su desayuno. Por favor regrese a su habitación ─ indicó, obviamente, sin saber que estuviera conforme con aquello, aunque a fin de cuentas con intentar no perdía nada ─ ¿O desea desayunar en algún otro lugar? ─ añadió, al final, tras erguirse nuevamente ya estando a una distancia menor del cuerpo femenino.
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Mensaje por Tsukihime Dom Jun 08, 2014 11:38 am

Apenas había caminado medio recorrido del pasillo cuando se fijó en la silueta de aquel a quien buscaba, formándose una pequeña sonrisa en los propios labios. - ¡¿Por qué no estabas cuando me desperté?! - habría de reclamar cuando lo vio ya lo suficientemente cerca como para lograr que aquel se sintiera observado por los demás sirvientes, intentando molestarle un poco con eso. Sabía que en realidad era imposible lograr en eso en él, sin embargo no se iba a rendir hasta poder hacerle sentir algo más que la 'nada'. Veía en las manos de su sirviente el desayuno matutino, no siendo en realidad aquello lo que la alimentaría, pero podría ser de utilidad. - Bien, volveré al cuarto entonces - contestó dejando la expresión del rostro como si nada, borrando todo rastro de la sonrisa que antes había estado posada en sus labios.

No era alguien muy bipolar en realidad, sus estados de humor solían estar muy marcados y no eran cambiantes, aún así a veces podría parecer todo lo contrario al dejarse de llevar por las simples apariencias. ¿Qué más podía hacer? En realidad siempre era la misma chica caprichosa, queriendo ser llenada de lujos, halagos y obediencia. Con algunos pensamientos para contra su sirviente fue que volvió a la habitación, decidiendo que debería de cambiarse ya de ropa puesto que aún solo estaba con el camisón de dormir, siendo ya algo 'tarde' para llevar aquello encima. Entrando con porte digno a la habitación, dejó que solo su más cercano sirviente estuviera dentro, mandando algunas amenazantes miradas a los demás para que no entraran. No es que no le gustara la compañía, sin embargo no siempre tenía las ganas de tener a tantas personas a su alrededor. Con el índice diestro le indicó una mesa a Samael, acompañando el gesto con unas leves palabras - Déjalo por ahí, mientras espérame - hablaba refiriéndose al desayuno, sabía que él nada podía hacer bajo uno de sus mandatos, sólo tenía que acatar. Sin preocuparse del resultado, fue que se quitó la única prenda que llevaba encima sin pudor, abandonando luego aquel cuarto para pasar al baño en donde tomaría una ducha. No estaba preocupada de hacer esperar al pelinegro, si llegaba a la habitación y él ya no estaba ahí, podía optar por darle un severo castigo, reafirmando el poder que tenía por sobre su deseos. Sin evitarlo una pequeña sonrisa surcó sus labios, divertida por lo que podía ser esa situación.

El tiempo no era problema, es por ello que, sin remordimientos, se la pasó cerca de una hora dentro de la ducha, sintiendo como el agua recorría cada sector de su cuerpo, pasando incluso hasta por las más recónditas curvas para llevar toda clase de suciedad o cansancio que pudiera estar afectando la anatomía de la Succubu. Soltando un perezoso jadeo fue que cortó el agua, saliendo de la ducha mientras se envolvía el cuerpo con una toalla y se dirigía al espejo que ahí se encontraba. Le gustaba verse mientras se secaba, así podía tener en cuenta cada una de las partes en las que podía mejorar su aspecto, sin embargo casi nunca (si es que nunca) se había encontrado alguna 'falla', colocándose al final las cremas como mera protección en caso de que algo pudiera aparecer. Ya sintiendo el cuerpo suave por la absorción de los hidratantes, se dirigió nuevamente al cuarto con el fin de cubrir su cuerpo con la ropa que llevaría, en este caso iba a optar por su ya característica ropa. A paso lento se dirigió al closet, sacando su tan querido traje y, tal como si hubiera estado vacía la habitación, dejó caer la toalla que rodeaba su cuerpo al suelo, sentándose en el borde de la cama para poder comenzar a colocarse las medias púrpuras, aquellas con los diseños de murciélagos impresos. Ya no recordaba de buena manera como es que ese traje seguía con ella, solo sabía el hecho de que varios años había durado en tan perfectas condiciones, y aún daba para mucho más. Al parecer, el diseñador, había hecho aquello con diferentes telas y materiales, dándole cierta protección a pesar de lo poco que contenía el conjunto.

Con las medias ya cubriendo sus piernas, se levanto de la cama, colocándose el  entero que iba a cubrir parte de su torso, siendo aquello la última pieza. Aquella oscura prenda no tenía agarre más que el que hacía sobre sus senos, fijándose a las curvas femeninas casi como una segunda piel. En él se podía ver la presencia de algunas 'plumas', que permitían la unión del entero con las mangas/guantes de color levemente rosa, que terminaban sujetándose del dedo medio de sus manos. Lo bueno de aquel traje es que, al no tener espalda, ésta podía permanecer libre con el fin de que sus alas no sufrieran daños e incomodidad. Finalmente se calzó las botas y, con eso listo, se dirigió al espejo de pared de la habitación, arreglándose el cabello. Por el reflejo del cristal divisó el desayuno, notando la hora y prediciendo que aquel ya debería de estar frío, - No sé si eso pueda ser comestible ahora - murmura crispando apenas sus facciones, desechando completamente la idea de que su estómago pudiera digerir tales 'cosas'.
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