Entrega en el Templo [Privado]

por **Dan Mandel** Mar Mayo 20, 2014 1:51 pm

Era ya pasado mediodía, y Dan aún no se había movido de su asiento en el sillón, ya marcado por su figura de tanto utilizarlo. Cambiando de página a página en las diversas revistas y diarios que había recibido esa mañana, nada que llamase su atención aparecía. Debates, noticias sobre las mejores actividades a realizar durante la temporada, entre otras cosas estúpidas que Dan no se daría la molestia de revisar.

Estaba aburrido. Normalmente le agradaba revisar el periódico para ver sobre alguna trágica noticia o quizás algún cupón de descuento por algún artículo de utilidad. “Estúpido periódico con sus estúpidos y aburridos artículos…” Dejó escapar entre dientes el pequeño hombre, mientras tiraba las revistas hacia una de las paredes de la habitación.

A su lado, su pequeña y desaliñada gata soltó un maullido, “¿Qué?” Dan parecía sorprendido por la acción de la felina. “¡Es cierto, Mr. Mumbles!” Abrió los ojos al darse cuenta de lo que su gata trataba de decirle; las actividades que tenía ya planeadas para el día se le habían escapado por completo de la mente.

Levantándose de su asiento con lentitud, se estiró unos segundos y se dirigió a su habitación. Agarró un par de zapatos negros y se los puso, ya tenía todo lo demás puesto, por lo que solo le hacía falta eso para poder salir fuera de su hogar.

Abriendo uno de los cajones de la cocina, Dan sacó de allí una bolsa plástica. No era un hábito normal en él el hacer entregas a domicilio de sus productos, pero recibiría una suma algo mayor al precio original por hacerlo de este modo, así que no tenía de que quejarse. Cerró el cajón y abrió el refrigerador, retirando las pocas frutas allí guardadas.

“Qué clase de persona manda a pedir fruta” Murmuró mientras revisaba que todas las frutas estuviesen ya dentro de la bolsa. Es verdad, éstas eran más difíciles de conseguir y, en cierta forma, era mejor solicitarlas de este modo; pero Dan no podía evitar molestarse por, para empezar, tener que salir de su casa, además de tener que hacer eso por ‘comida saludable’.

Mr. Mumbles se acercó a el alegremente, acompañando el movimiento con un maullido, “¿Quieres acompañarme Mr. Mumbles?” Dan no pudo evitar sacar una tranquila sonrisa mientras le observaba. La gata era una de las pocas personas o animales que eran capaces de sacar lo mejor del hombre.

Con un rápido salto, la felina se subió al hombro de Dan y éste abrió la puerta hacia las afueras de su apartamento. El día estaba soleado, pero no realmente caluroso; una ligera brisa lograba disminuir la temperatura que el sol trataba de imponer.

El camino era algo largo, pero para Dan fue como si no hubiesen pasado más de cinco minutos. Era extraño, considerando lo mucho que odiaba ser obligado a ir a lugares que no le apetecían. Observó la entrada al templo en el cual tendría que realizar la entrega con curiosidad.

Era una gran, gran subida hasta la construcción a la cual tenía que ir. A los lados de las aparentemente interminables escaleras, cerezos comenzaban a crecer sus pétalos lentamente, mas no lograban capturar la atención de Dan a pesar de la belleza que demostraban. No, lo único en la mente del malhumorado sujeto era acabar con la tortura que significaban para él las tantas escaleras, además de cuidar que su desaliñada mascota no cayera de su hombro, del cual iba firmemente agarrada.

Una vez logró llegar a la cima, pudo visualizar bien la roja estructura frente a él. Se acercó lentamente y, agarrándose con una mano de una de las paredes de la puerta para tomar aire, “¿Hay… puff… alguien… aquí?” Trató de ganar compostura mientras esperaba la respuesta. Cuando había aceptado el pedido no estaba esperando esta clase de esfuerzos.